El mercantilismo, como sistema económico dominante durante el siglo XVII y que continuó en los siglos posteriores, no solo transformó las dinámicas comerciales y políticas en Europa, sino que también dejó una profunda huella en la literatura. Este enfoque enfatizaba la acumulación de riqueza y recursos, lo que llevó a un incremento en el comercio internacional y a la expansión de los imperios coloniales. En este contexto, la historia del mercantilismo en la literatura se convierte en un reflejo de los ganadores y perdedores de este sistema, ofreciendo narrativas que exploran las complejidades del poder, la ambición y la desigualdad social. Ese contraste entre las oportunidades y poder de los comerciantes asentados y las clases más humildes queda reflejado en detalle en mi novela, El aprendiz.
El mercantilismo y su impacto
El mercantilismo promovió la idea de que la riqueza de una nación estaba directamente relacionada con su capacidad para acumular metales preciosos, lo que incentivó el establecimiento de colonias en América y Asia. Este sistema económico creó una clase de mercaderes y aristócratas que prosperaron a través del comercio y la explotación de recursos. Sin embargo, también generó tensiones y desigualdades, dejando a muchos en la pobreza y la marginación.
En la literatura histórica, estas dinámicas se reflejan en personajes y tramas que exploran tanto el auge de los poderosos como la lucha de los oprimidos. Los autores de la época y posteriores han utilizado la novela para criticar y examinar los efectos del mercantilismo en la sociedad.
Ganadores del mercantilismo: los mercaderes y la aristocracia
En obras como La vida es sueño de Pedro Calderón de la Barca, el protagonista, Segismundo, simboliza las luchas internas de una sociedad que busca el poder y la riqueza a expensas de la libertad. Aunque no se centra exclusivamente en el mercantilismo, Calderón refleja las tensiones de un mundo en el que el éxito económico a menudo determina el valor social. Los mercaderes, que se convierten en símbolos del nuevo poder económico, son retratados como figuras influyentes que desafían las estructuras tradicionales de la nobleza.
Asimismo, en Los miserables de Victor Hugo, aunque se ambienta en el siglo XIX, se puede apreciar la continuación de estas dinámicas. A través de personajes como Javert y Valjean, se pone de manifiesto cómo el ascenso y caída en la jerarquía social a menudo están vinculados a la economía. Esta obra es un claro ejemplo de cómo la novela histórica puede capturar las tensiones sociales y económicas que emergen del mercantilismo.
Perdedores del mercantilismo: el pueblo y los colonizados
Por otro lado, las consecuencias del mercantilismo no fueron iguales para todos. La explotación de los recursos en las colonias y la mano de obra indígena y esclava son temas recurrentes en la literatura histórica.
Nostromo de Joseph Conrad es una novela publicada en 1904 que narra la historia de un ficticio país sudamericano, Costaguana, ricamente dotado de recursos minerales, especialmente plata. La obra explora las dinámicas del colonialismo y el mercantilismo a través de la explotación de estos recursos por potencias extranjeras. A medida que los personajes buscan riqueza y poder, Conrad critica la deshumanización y la avaricia inherentes al imperialismo, mostrando cómo la colonización afecta tanto a los colonizadores como a los colonizados. La novela es un análisis profundo de las consecuencias del capitalismo y la codicia.
Oroonoko de Aphra Behn es una novela corta publicada en 1688 que narra la historia de un príncipe africano, Oroonoko, quien es traicionado y esclavizado en Surinam. A lo largo de la obra, Oroonoko se convierte en un líder de los esclavos y busca la libertad y la justicia. La novela destaca los horrores de la esclavitud y el colonialismo, al tiempo que presenta a Oroonoko como un héroe noble y trágico. A través de su relato, Behn critica la brutalidad del comercio de esclavos y el impacto del colonialismo en la humanidad.
